Sinopsis: Yunjae tiene dieciséis años, está en la edad de las emociones desbordadas, el amor y la rabia. Pero las amígdalas de su cerebro son pequeñas, más pequeñas que una almendra y, como consecuencia, Yunjae es incapaz de sentir nada. Educado por su madre y su abuela, aprende a identificar las emociones de los demás y a fingir estados de ánimo para no destacar en un mundo que pronto lo tachará de extraño. «Si tu interlocutor llora, tú entrecierra los ojos, baja la cabeza y dale una suave palmada en la espalda», le dice su madre. Así construye una aparente normalidad que se hace trizas el día en que un psicópata ataca a ambas mujeres en la calle. Desde entonces, Yunjae debe aprender a vivir solo, sin deseo de derramar una lágrima, sin tristeza ni miedo ni felicidad. A Yunjae le tienden la mano personas improbables: un antiguo amigo de su madre, una chica capaz de romper certezas e incluso un abusón con más afinidad de la esperada. Los tres quebrarán la soledad del protagonista de Almendra.
Opinión Personal: ¿Como expresar aquello que no se puede sentir? ¿Y si no pudieras sentir absolutamente nada? Tratar de comprender las emociones a través de los demás puede que no sea algo fácil, pero a todas luces, para Yunjae, para ser la única opción posible.
Debo de admitir que a pesar de ser un libro que me llamo mucho la atención desde que se publicó aquí, tuve mis dudas sobre si leerlo o no. Más que nada porque temía que fuera una de esas novelas que caen en los tópicos de introducir mil frases, supuestamente inspiradoras sobre alguna condición, en este caso sobre la alexitimia, y convertirla casi en un libro de descripciones médicas. Por suerte, para mí, este no fue en absoluto el caso. La autora ha sabido mostrar y dotar a su protagonista, así como a sus personajes secundarios, en un ejemplo claro, pero sin dramas innecesarios, de lo que trata realmente esta rara condición.
Nuestro protagonista, Yunjae, es alguien que, como ya os podréis imaginar, nunca ha experimentado la vida como el resto de personas a su alrededor. Mientras que para el resto, reír ante un chiste, sentir temor por una situación de peligro o inquietarse de ningún modo, sea para bien o para mal, es algo natural, para él es una especie de ejercicio compuesto por dos pasos. Primero, observar a su interlocutor. Y segundo, identificar la situación y la emoción / reacción correspondiente según el caso. Pero todo este proceso será dejado de lado cuando su madre y su abuela son brutalmente atacadas por un loco en plena calle.
Ante la falta de ambas mujeres, que hasta el momento fueron su guía, Yunjae deberá replantearse todo sin imaginar que se encontrara en esta nueva etapa de su vida con personas que le ayudaran a estar más cerca de estas supuestas emociones "perdidas".
Como ya he dicho al inicio, una de las cosas que me han gustado de esta novela, es que carece de drama innecesario. En su lugar encontramos escenas y diálogos de una claridad, para mi gusto sorprendente, que te ayudan como lector a comprender y, por lo tanto, meterte mejor en la piel del protagonista. También he de decir que la trama cuenta un muy buen ritmo, y que hay algunos personajes secundarios, como es el caso de Goni, un joven algo problemático, pero con el que curiosamente establecerá una amistad entrañable, que logran emocionarte en más de una ocasión. Y porque no decirlo, algunos de los mejores diálogos, para mí, provienen de ellos dos. Además de esto, hay varias escenas que no te las ves a avenir y sencillamente, me encantaron.
Y que decir del final, me gusto mucho, e incluso me entristeció que se terminara ya el libro. Creo que con esto ya os lo digo todo.
Conclusión: Una historia llena de emociones que te hará sentir desde la primera página.
Nota:
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