Sinopsis: Los chicos de Huaxia sueñan con ser emparejados con una chica para poder convertirse en pilotos de crisálidas, los gigantes mecanizados que se usan para luchar contra las criaturas que acechan al otro lado de la Gran Muralla. El mayor honor para una chica de Huaxia es que la seleccionen como piloto-concubina, aunque esto signifique una muerte segura. Cuando su hermana muere en una crisálida, Zetian le toma el relevo para vengarla. La revancha es rápida, brutal e... inesperada, y Zetian se gana el apelativo de la Viuda de Hierro; una temida mujer piloto que sacrifica a los hombres, y no al revés, para propulsar las crisálidas. Para domar su inquietante pero valiosísima fuerza mental, la emparejan con Li Shimin, el piloto más fuerte y controvertido de todo el país. Pero, ahora que ha probado el poder, Zetian no se doblegará tan fácilmente. Aprovechará sus dones y su infamia para sobrevivir a un intento tras otro de acabar con su vida, hasta averiguar por qué el sistema de pilotos depende tanto de destruir la vida de las chicas... y arrasarlo para siempre.
Primera novela que leo de esta autora, y no podría haberme gustado ni enganchado más, de hecho, por poco lo termino de leer el mismo día que lo compre.
Inspirada en la antigua China, pero con varias variaciones, estamos ante una historia futurista con tintes cercanos al anime, o cuanto menos, que recuerdan mucho a ellos, como es el caso de los mechas que funcionan con la energía de sus pilotos. Dicha energía se clasifica y aportan distintos atributos dependiendo del rasgo dominante de cada persona. Son cinco en total: madera, agua, fuego, tierra y metal. Aunque como he dicho, si eres mujer, tampoco se le da demasiada importancia a la afinidad del elemento, esperándose únicamente que la concubina se adapte y acate las órdenes mentales y aporte toda su energía a su pareja masculina. Y este es justo el punto que acarreará problemas a nuestra protagonista.
Zetian, no es alguien que esté dispuesta a someterse, ha sufrido demasiadas vejaciones a manos de todo el mundo, incluida su familia, para seguir permitiéndolo. Lo único que la insta a seguir adelante, son sus ansias de venganza y el firme deseo de terminar con el sistema. Tras llevar a cabo en parte, la primera (no os voy a decir cómo, porque
sería spoiler), es reasignada como piloto concubina de Li Shimin, más conocido
como “El Demonio de hierro”. Él es un preso, obligado a pilotar debido a su
alto cantidad de energía, y porque, no decirlo, bestialidad en el campo de
batalla. Lo que le convierte en el títere perfecto para llevarlo a las casi
continuas guerras, pero esta vez junto a su más que testaruda compañera. Aunque, como suele decirse, no es tan fiero el león como lo pintan, pues en verdad
Shimin, como se acostumbra a llamarlo ella, tiene más que razones para ser como
es, y ante Zetian y su fortaleza, descubrirá a una igual y amiga en la que
confiar.
Mientras ambos se esfuerzan por trabajar conjuntamente, y no perecer en ninguno de sus combates, contra sus cada vez más violentos enemigos al otro lado de la muralla; Zetian irá descubriendo verdades cada vez más dolorosas, así como su determinación y poder para escoger y vivir como le plazca, libre en parte, de la distorsionada moralidad que rige a las mujeres de su país.
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