·        Es extremadamente complicado para mí tener que elegir una obra literaria concreta, puesto que muchos libros han sido claves en mi vida o han asumido un significado puntual en el momento en el que los leí. Por ello, me es tan difícil seleccionar uno en particular, porque citaría muchos; pero me voy a ajustar contestando la pregunta, y nombro: “El abanico de seda” de Lisa See. 

      Es una novela que te llega al corazón, está escrita en primera persona, y su prosa es muy sensible, honda y conmovedora. También es una narrativa con clara esencia femenina: se desarrolla en las aldeas tradicionales chinas del siglo XIX, y cuenta la historia de dos mujeres atrapadas bajo el yugo masculino de la época, que les impedía respirar y, para ello, les imponían acciones dramáticas y brutales muchísimo peores que las del mundo occidental en aquel entonces. Ellas, aisladas por completo del mundo exterior, se comunicaban con un lenguaje utilizado solo por las mujeres, ya que los hombres no sabían descifrarlo (esta escritura usada por las mujeres —denominada Nüshu— fue un hecho real en China durante aproximadamente casi unos mil años). No quiero desvelar nada más porque es una lectura que se tiene que hacer interiorizando cada frase; esta novela la leí hace ya unos años pero me estremeció, cautivó y atrapó, todo a un tiempo. Sin albergar ningún tipo de duda, la recomiendo, su dura y cruda historia no deja indiferente a nadie. No obstante, dejo muchas recomendaciones en mi página de Facebook: “Reseñas literarias bajo el prisma de Raquel Victoria”, para quien quiera consultar más lecturas.

·        Desde que tengo uso de razón, he amado los libros; tuve la suerte de tenerlos a mi alcance desde muy niña y, por supuesto, han formado siempre parte de mí. Sin embargo, un hecho inesperado me hizo volcarme hacia el desempeño de la escritura y dar, así, un giro completo y drástico a mi vida. 

      Fueron las vivencias y experiencias que me transmitió mi abuela, conforme ella me contaba las penalidades y el hambre que había pasado en la infancia, en la mísera posguerra, mi mente fue revolucionándose, de tal modo, que necesité plasmarlo en el papel. Así nació mi primera novela “Las raíces de la encina”, y desde entonces y hasta hoy, ya no he dejado de escribir; la escritura se ha convertido en una gran pasión y en un elemento esencial y vital para mí misma: la creatividad es el aire que respiro, ya no sabría ni podría vivir sin sentirme inmersa en mi mundo imaginario, atrás quedó mi labor como Técnico Especialista en Laboratorio.

·        Las proezas y avances desarrollados por las mujeres de principios del siglo XX, y más específicamente durante el quinquenio republicano y el conflicto bélico era algo que había estudiado ya, con mucho rigor y análisis a través de la documentación histórica recabada, y que quería sacar a la luz, puesto que cuento aquel momento con perspectiva de género, algo no tan evidenciado en novela de esta época, sobre todo, en lo que concierne a la etapa de la guerra civil española. 

      Por supuesto que, desde el principio, mi intención fue dar voz y visibilidad a las mujeres; de hecho, mis protagonistas siempre son y serán mujeres, porque escribo desde dentro y me identifico con ellas, eso no quiere decir que no moldee, igualmente, a influyentes protagonistas masculinos, que también componen, junto a ellas, la sociedad recalcada en mi novela “La posada del pozo”. Asimismo, hay que rescatar las vidas de estas arrojadas mujeres de las páginas del olvido, es una misión que tengo como escritora y como feminista comprometida.  

·         Primero estuve bastante tiempo embebiéndome de los libros de historia y ensayo que necesité para reflejar la realidad histórica de aquel periodo. Desde el contexto general, pasando por el geográfico, la vida social o cotidiana, hasta la historiografía de esa época vinculada específicamente a las mujeres. Eso significa para mí la planificación o la estructura de la novela. A partir de ahí, los propios personajes me van llevando de una forma natural, espontánea. 

      Ellas y ellos me van susurrando lo que va a suceder, voy creando la novela de una forma libre (siempre dentro del rigor histórico), tanto es así que, a veces, ellas y ellos se van suplantando el protagonismo en algún capítulo. He de decir que, por ejemplo, el personaje de Lucía se fue apoderando de mí y, al final, es uno de los personajes más importantes de la novela, casi diría que, en según qué momento estén pasando, hasta puede que supere a Nieves, que es la piedra angular sobre la que gira “La posada del pozo”. 

·     Alrededor de dos años prácticamente. Es también algo impreciso, porque recopilé primero toda la información posible, pero luego, si, sobre la marcha, me volvía a surgir alguna duda que no tenía contemplada en la documentación inicial, volvía a buscar el libro adecuado para completar. Esto me ocurrió por simples y nimios detalles en el proceso creativo, así que, en alguna ocasión, paré y regresé a los apuntes. Además de repasar minuciosamente todo cuando me tocó corregir. Cada día soy más escrupulosa y meticulosa en el proceso analítico. 

·     Tengo presencia en todas las redes sociales: Facebook, donde tengo también una página dedicada a las reseñas que realizo (ya citada antes); Instagram; Twitter; así como mi blog “La tinta derramada de Raquel Victoria”, donde publico asiduamente mis poesías o artículos de diversa índole (sobre todo de temática histórica y/o femenina, a veces, relacionados con la naturaleza y el medio ambiente). Asimismo, tengo canal en YouTube. Además de mi página de autora en Amazon. En mi caso, al ser autora independiente, tienes que estar constantemente publicando en el medio virtual para darte a conocer, y el hecho de que mi inspiración creativa vaya, incluso, más allá de la novela —además de narrativa, escribo crítica literaria, ensayo o lírica— es un gran beneficio, porque a la hora de promocionar mi obra, voy dejando a las y los lectores estos otros alicientes para que puedan interpretar mi forma de escritura y puedan interesarse por mi obra. 

      También he realizado presentaciones presenciales; he dado conferencias en torno a diferentes disciplinas, muchas centradas hacia la concienciación feminista, otras de otros temas; estuve en contacto directo con mis lectoras y lectores el Día del Libro, así como voy a estar también en ferias. Aun así, es muy complicado visibilizar tu obra cuando las oportunidades son solo para escritoras/es de renombre o que poseen estudios explícitos relacionados con la literatura; como, particularmente, la escritura llegó a mí, siendo autodidacta, no me han otorgado, de momento, tales privilegios, aunque tanto la inspiración como la imaginación no es algo aprendido sino que te envuelve. De todos modos, la respuesta que estoy teniendo de mis lectoras/es está siendo muy positiva y satisfactoria, así que voy a continuar luchando lo que haga falta para que mi novela “La posada del pozo” se vea totalmente nítida, sin velos; ese empeño se lo debo a mis lectoras/es que me están dando la energía tras el marco del espejo. 

·     En realidad, no tengo fijado un margen horario. Cuando surge la inspiración, la marea que se produce en mí es imparable, pero unas veces son más horas y otras menos. Lo que sí puedo decir es que mientras me estoy documentando, como aún no puedo empezar el proceso creativo de la novela, porque tengo que tener bien atados todos los cabos históricos y sociales de la misma, escribo otros géneros (antes citados) para seguir expandiendo mis ansias creativas. 

·    Sin duda, prefiero leer en papel. Soy tradicional en este aspecto, eso no quiere decir que no lea en libro electrónico, todo lo contrario. Leo también bastante en este formato, pero el papel me gusta más que la pantalla, ya que esta me parece más distante, algo más fría.

·     Lo mejor es que es mucho más que un oficio, es una pasión incontenible que me llena y me complace sobremanera, y aporta una inmensa felicidad a mi vida: amo escribir, es para mí un perpetuo y enigmático resplandor que me guía siempre. 

      No encuentro nada que me disguste de la escritura; ni siquiera el ahínco con el que tengo que promocionar mi obra, ni siquiera eso porque, al final, cuando me llegan los resultados o veo la acogida que suscita y, más aún, cuando me pongo a crear, me doy cuenta de que esa es mi satisfacción, mi gran recompensa. Renací el día que gracias a mi amada abuela comencé a escribir, fue un pálpito, un impulso que cambió mi vida, con esto lo digo todo.

·     Lo más importante es nunca cejar en el empeño, hay que ser muy perseverante tanto en la escritura como en no venirse abajo y seguir intentándolo para mostrarlo al mundo exterior. El tesón, la paciencia, la constancia y la tenacidad hay que desarrollarlos con descomunal esfuerzo, y hay que empaparse de lectura, así la imaginación vuela y adquieres nuevas palabras en tu diccionario mental, además de relajarte y disfrutar. 

      Y si escribes novela histórica, como escribo yo, debes recopilar una rigurosa documentación histórica de todos los temas generales y específicos que pienses tratar en tu novela, así como trasladar de manera muy realista todos aquellos datos que has estudiado previamente. Con dedicación y aprendizaje se va yendo hacia adelante.

·    La verdad es que tengo en la cabeza varios proyectos e ideas de futuras novelas que espero escribir un día no muy lejano. Ahora mismo, estoy ya inmersa en el proceso creativo de mi tercera novela, que marcha ya a toda vela. Puedo ir adelantando que está ambientada a finales del siglo XIX y que también la protagonizan mujeres. El cambio al siglo anterior fue, en realidad, porque la tragedia que “viví” junto a mis mujeres de “La posada del pozo” me impedía volver a escribir, desde el corazón, un periodo similar en la magnitud del drama relatado, por lo que tuve que volver a documentarme de otra época de la Edad Contemporánea. Pero no me importó, al contrario, he descubierto también facetas muy interesantes de otro momento de nuestra historia y he absorbido nuevos conocimientos; por otro lado, me está encantado retratar e inmiscuirme en la vida y sociedad de estas mujeres que les tocó nacer en un siglo de grandes cambios, pero muy opresivo para ellas, y ya no puedo desvelar más.